Ruta de la Seda: ¿qué implicaciones tiene para Colombia? Experta analiza riesgos y ventajas

Soraya Caro, ex-viceministra de Comercio, señala que Colombia firmó su entrada a la Ruta de la Seda sin una estrategia clara ni consulta al sector privado.

La reciente adhesión de Colombia a la llamada Ruta de la Seda, oficializada mediante un memorando de entendimiento con el gobierno chino, ha generado una mezcla de expectativas, inquietudes y polémicas.

En conversación con Sala de Prensa, la economista y exviceministra de Comercio, Industria y Turismo, Soraya Caro, expresó su preocupación por la falta de una estrategia clara para aprovechar el acuerdo. Según advierte, el país se está adentrando en una relación económica cada vez más estrecha con China, sin contar con un plan definido ni con la participación activa del sector privado.

“Firmamos un acuerdo sin saber realmente cómo le vamos a sacar provecho”, afirmó Caro.

¿Qué representa la Ruta de la Seda para Colombia y en qué consiste esta iniciativa?

La Iniciativa de la Franja y la Ruta (BRI, por sus siglas en inglés), también conocida como la nueva Ruta de la Seda, es una estrategia impulsada por China desde 2013 con el objetivo de ampliar su presencia global mediante proyectos de infraestructura, comercio y cooperación financiera. Según la economista Soraya Caro, esta iniciativa “surge como una respuesta al exceso de capacidad instalada en China y busca canalizar ese excedente a través de inversiones en infraestructura terrestre, marítima, tecnológica, férrea y aeroespacial”.

Colombia formalizó su unión a esta red global que ya cuenta con más de 120 países, mediante la firma de un memorando de entendimiento. Aunque el acuerdo no tiene carácter jurídicamente vinculante, sí establece un marco para posibles colaboraciones futuras en áreas clave.

Entre los beneficios potenciales, la economista Soraya Caro subraya la oportunidad de que empresas colombianas se integren a los grandes proyectos de infraestructura impulsados por China, como el Metro de Bogotá.

“Esto podría permitir que compañías nacionales que fabrican tubos, cables o componentes para obras de infraestructura se sumen a estos megaproyectos”, señaló Caro, aunque advirtió que ese tipo de integración productiva aún no está asegurada.

También destacó que Colombia ya mantiene cooperación con empresas chinas en sectores como la movilidad eléctrica, la transición energética, los minerales estratégicos y la agroindustria. En ese contexto, el memorando podría abrir la puerta a nuevas oportunidades de negocio y fortalecer los vínculos comerciales en estas áreas.

La experta enfatizó que Colombia llegó a la firma del memorando con serias debilidades estructurales.

“La firma del acuerdo no fue discutida con el sector privado, y ese es un tema clave y delicado”, denunció Soraya Caro. En su opinión, lo que el país necesita es una agenda público-privada sólida, con una visión de al menos cinco años, que defina claramente los intereses nacionales y evalúe beneficios concretos como la transferencia de tecnología o la inclusión de empresas locales en proyectos industriales.

A diferencia de países como Chile o Argentina, que negociaron su adhesión con objetivos definidos y estrategias claras, Colombia habría entrado al acuerdo sin una planificación estructurada. “China lo deja claro: no es su responsabilidad si el país carece de capacidad negociadora”, señaló la ex-viceministra.

Uno de los puntos que más preocupa a los sectores productivos es el posible aumento de productos chinos en el mercado nacional, lo que podría impactar negativamente a la industria local si no se implementan mecanismos de control eficaces.

“Definitivamente, sí. Si no lo gestionamos bien, vamos a ver un aumento en la llegada de productos chinos”, advirtió Caro. Aunque aclaró que el memorando no constituye un tratado de libre comercio, sí podría facilitar el ingreso de bienes provenientes de Asia mediante procesos con menores exigencias.

El desafío del floricultor colombiano: ¿cómo aprovechar el mercado chino?

Ante la duda de un floricultor sobre la viabilidad de ingresar al mercado chino, Caro fue contundente: “El floricultor colombiano ya tiene presencia en Asia; es un mercado con gran potencial”, comentó, aunque destacó la necesidad de mejorar aspectos clave como la logística, las condiciones fitosanitarias y la eliminación de barreras no arancelarias.

“El memorando puede ser una herramienta valiosa para facilitar el acceso al mercado chino de productos colombianos, como las flores, siempre y cuando trabajemos en superar los obstáculos actuales”, explicó Caro.

Una oportunidad que requiere planificación

Caro subrayó que, más allá de los aspectos simbólicos o geopolíticos de esta decisión, lo realmente crucial es la gestión técnica y estratégica del acuerdo. “Esto no es un juego con China. Necesitamos una agenda de desarrollo industrial, algo que nunca se concretó con el TLC con Estados Unidos”, destacó.

Frente al dilema de fortalecer los lazos con China o mantener la alianza con Estados Unidos, principal socio comercial de Colombia, Caro aboga por un enfoque de multi-alineamiento estratégico, similar al que adoptan diversas potencias globales.

“Lo firmado, está firmado. Ahora, lo esencial es cómo lo convertimos en una realidad, cómo generamos un diálogo efectivo con el sector privado para que este acuerdo realmente beneficie a Colombia”, concluyó.




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