La Asociación de Reumatología (Asoreuma) ha emitido una recomendación para que las personas con enfermedades reumatológicas tomen precauciones con la vacuna de la fiebre amarilla.

La Asociación Colombiana de Reumatología (Asoreuma) ha emitido una advertencia importante dirigida a pacientes con enfermedades reumatológicas, en especial a quienes están bajo tratamiento con medicamentos inmunosupresores, en relación con la aplicación de la vacuna contra la fiebre amarilla. Aunque la entidad respalda firmemente la vacunación como medida preventiva clave, advierte que este tipo específico de vacuna puede representar riesgos para ciertos pacientes.
En entrevista con Blu Radio, el presidente de Asoreuma, Dr. Álvaro Arbeláez, explicó que la vacuna contra la fiebre amarilla contiene un virus vivo atenuado, lo que la hace contraindicada para personas con enfermedades autoinmunes sistémicas —como el lupus— o que se encuentren bajo tratamiento inmunosupresor. En estos casos, la vacuna podría generar complicaciones graves debido al debilitamiento del sistema inmunológico.
El Dr. Arbeláez recalcó que, si bien la inmunización es esencial en zonas endémicas, es indispensable evaluar cada caso de forma individual para evitar riesgos. Para quienes no pueden recibir la vacuna, se recomienda adoptar medidas preventivas adicionales, como evitar la exposición a mosquitos, utilizar repelente y seguir las indicaciones de las autoridades sanitarias.

Respecto a la exigencia del carné de vacunación para ingresar a determinadas regiones o viajar a zonas endémicas, el Dr. Álvaro Arbeláez subrayó la importancia de mantener una comunicación abierta y fluida entre los pacientes y sus médicos reumatólogos. Asimismo, instó a las autoridades de salud a considerar alternativas que permitan proteger a estos pacientes sin comprometer su bienestar, garantizando así opciones seguras para quienes no pueden recibir la vacuna por razones médicas.
Fiel a su compromiso con la promoción de la vacunación y la prevención de enfermedades, Asoreuma destaca que es fundamental encontrar un equilibrio entre la protección de la salud pública y la seguridad particular de cada paciente.
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